de Medicina y Cirugía
REPERT MED CIR. 2023;32(3):253-260
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recurrencia y la prevalencia tanto de ataque isquémicos /
hemorrágicos, así como de hemorragia subaracnoidea.
17,18
La mayoría de nuestros pacientes se encontraban en
sobrepeso u obesidad (67%), importante factor de riesgo
pese a las diferentes medidas clásicas de cambios del estilo
de vida, programas de educación y guías de prevención que
nos orientan sobre los objetivos del control de los factores
de riesgos modificables.
19
Al ingreso a urgencias solo 6%
reportó historia de brilación auricular y la mayoría no
refería antecedentes de diabetes mellitus, dislipidemia o
enfermedad tiroidea. Al realizar la comparación de nuestros
datos frente a otros estudios
4,10,16
,
encontramos que nuestros
pacientes comparten factores de riesgo similares a los
reportados, con poca asistencia a programas de promoción
y prevención en enfermedad cerebrovascular, por lo cual
no se puede identicar de manera oportuna la fase aguda
dicultando el tratamiento de reperfusión en ventana
terapéutica.
Analizando los factores de riesgo propios del género
femenino, ninguna estuvo expuesta a anticonceptivos
orales, ni se presentó el ataque cerebrovascular durante el
embarazo, el posparto ni la premenopausia, lo que es similar
a la literatura para la edad de nuestras pacientes.
La tomografía usada para el diagnóstico de ACV isquémico
fue empleada en 56% de los pacientes, siendo el método de
excelencia teniendo en cuenta su costo y disponibilidad, la
cual permite descartar ACV hemorrágico, determinar signos
de curso hiperagudo y calcular la escala de ASPECT. Sin
embargo, 26% requirió tomografía y resonancia magnética
(RMC), herramientas complementarias para caracterizar de
manera objetiva la lesión producida y de gran utilidad en
el ACV de fosa posterior, en ACV del despertar y de tiempo
no conocido, ya que la tomografía de cráneo tiene sus
limitaciones en estos contextos.
20-22
Al revisar los territorios vasculares comprometidos en
nuestro estudio, la mayoría de los ACV fueron en zona
anterior (es decir área de la arteria cerebral anterior y
cerebral media) y 26% presentó el territorio posterior
comprometido siendo el estudio con RMC la ayuda para
caracterizar la lesión. Datos similares fueron reportados
en el artículo de Palacios Sánchez y col.
14
en el cual se
emplearon imágenes como la TAC de manera inicial y luego
se completaron con RMC. Es cada vez más frecuente en la
práctica médica el uso de RMC como estudio del ACV, ya
que las características del infarto al igual que la localización
permiten orientarnos sobre su origen.
Durante la estancia hospitalaria se realizaron estudios
para identicar factores de riesgo y posibles causas del
evento, entre los cuales la angiotomografía evidenció en
18% cierto grado de estenosis ya sea carotídea o vertebral y
en 25% otros hallazgos, lo que sugiere que a todo paciente
con clínica de ACV se le debe realizar angiotac.
20,22
Lo
mismo ocurre con el uso del holter, si bien 94% de nuestros
pacientes no tenían antecedente de brilación auricular
previo al ACV, se logró identicar su existencia posterior
al evento por este método en 5.6% de los casos. Según la
literatura actual, cuando se hace monitorización cardiaca
intensiva se puede diagnosticar brilación auricular hasta
en 24% de pacientes después del ACVIS y AIT (AFDAS).
23,24
El ecocardiograma (técnica sugerida en primera instancia en
las guías de estudio y manejo del ACV)
24
se practicó en la
mayoría de pacientes por vía transtorácica y se utilizó para
evaluar alteraciones estructurales cardíacas como factores
de riesgo.
En cuanto a la causa probable del ACV, se utilizó la
clasicación TOAST, la cual mostró como predominante la
ateroesclerosis (41%) seguida de episodio cardioembólico
(25%), resultado que diere del estudio previo de
Palacios Sánchez y col.
14
quienes reportaron primero el
cardioembolismo (29.8%) seguido de causa desconocida
(25.6%). Al revisar la literatura mundial encontramos
que en la población asiática predominan los ataques
cerebrovasculares secundarios a ateroesclerosis de grandes
vasos, diferencia que podría estar relacionada con la
diversidad de razas, estilos de vida y factores genéticos
intrínsecos que requieren mayor investigación.
25
La rehabilitación y la prevención secundaria del ACV
fueron iniciadas en el hospital, la mayoría requirió terapia
física y ocupacional (76%), mientras que un poco más de la
mitad (52%) terapia del lenguaje debido al compromiso que
se pudo evidenciar en el momento en que se le practicaba
el examen neurológico.
19,24,26
Estas alteraciones orientan
sobre la posible zona afectada o la estructura anatómica
comprometida.
Existen indicaciones y contraindicaciones establecidas
para el empleo de la terapia brinolítica en pacientes
con ACV.
24,27
En nuestro estudio en 19% se empleó el
brinolítico, lo cual signica que la mayoría no fueron
elegibles para el uso de alteplase y que puede deberse a
que la mayoría de ellos se encontraban fuera de ventana
para el uso del medicamento (mayor de 4.5 horas desde el
inicio de los síntomas) o presentaban contraindicaciones
para la brinolisis. Ese bajo porcentaje puede indicar que
aún se desconoce la importancia de actuar rápido y el
reconocimiento temprano del ACV.
El ASA y las estatinas son los fármacos más usados como
prevención secundaria en nuestra cohorte (83%). Revisando
la literatura mundial, hay datos que soportan el uso de ASA,
lo que denota que los pacientes incluidos en el estudio
reciben un adecuado manejo basado en la evidencia para
la prevención de la recurrencia del ataque cerebrovascular
isquémico.
19
En los pacientes en quienes se calculó la escala de
dependencia de Barthel al ingreso con la patología instaurada,
se encontró un alto porcentaje de dependencia moderada,
lo que revela la discapacidad importante que genera el
ataque cerebrovascular isquémico agudo, dependiendo del
tipo y del territorio comprometido. Es importante ofrecer
y apoyar el manejo de los pacientes con una rehabilitación
temprana y continua, así como la prevención tanto primaria