75
REPERT MED CIR. 2022;31(1):71-78
de Medicina y Cirugía
Aspectos laborales: el problema de la interrupción laboral
es otra causa de estrés. Los que trabajan asalariados temen
perder sus empleos debido a la larga estancia en Bogotá y
los que trabajan independientes no pueden tener ingresos
o llevar la comida a sus familias. Las personas desempleadas
también se preocupan ya que no pueden buscar trabajo en
su región, pierden oportunidades o dejan de recibir ingresos
por los empleos informales. Todos tienen compromisos
económicos en sus lugares de vivienda como alquiler, pago
de servicios públicos, alimentación de sus familiares, además
los padres de familia han tenido que dejar sus hijos a cargo
de algún familiar o vecino y en algunos casos solos, lo cual
es motivo permanente de preocupación.
La desocupación les genera también estrés, maniestan
que los días se perciben muy largos porque no tienen en
qué ocupar el tiempo, maniestan que quisieran poder
realizar algunas actividades que les permitieran aprender
algo productivo o entretenerse con calidad mientras
deban permanecer en Bogotá como bibliotecas, televisión
educativa, talleres de manualidades, trabajo en huertas
caseras, ping-pong y deportes en espacios abiertos. Durante
la observación se pudo registrar que algunos hombres pasan
el tiempo en juegos de mesa que les ofrece el albergue.
Clima, alimentación y manejo de la ciudad: otro tema
reiterado fue la dicultad para adaptarse al clima debido a
que en el departamento del Guainía la temperatura promedio
es de 27°C mientras en Bogotá es de 14°C. Algunos indígenas
llegan con ropas inapropiadas para el frio y no tienen dinero
para adquirir algo más adecuado. El cambio de alimentos
se consideró incómodo para algunos, tanto indígenas como
mestizos, pues están acostumbrados a una dieta a base de
pescado de rio, harina de yuca y picante, propios de la zona
selvática, mientras que en Bogotá la dieta es a base de proteína
de res o cerdo, pollo, verduras, tubérculos y cereales y no se
utiliza picante en las preparaciones, además, en algunas de
las culturas indígenas existe restricción de ciertas comidas
cuando padecen algunas enfermedades como por ejemplo la
carne de cerdo, situación que no se tienen en cuenta en la
dieta del albergue. Varias personas expresaron que les hacen
falta refrigerios entre las comidas y algunos manifestaron
que no les respetaban las recomendaciones dietéticas dadas
por los profesionales de la salud. El administrador de uno
de los albergues reconoce la dicultad de los usuarios
para acostumbrarse a la dieta y al clima frío y expresa que
hacen lo posible por incluir pescado en la dieta. Algunos
huéspedes piden a sus familiares que les envíen comida de
la región con algún pasajero. La logística de la alimentación
para los acompañantes que se desplazan durante el día hacia
los hospitales donde se encuentran sus familiares es otro
aspecto que se debe mejorar, pues tanto en las entrevistas
como en la observación en los hospitales se pudo constatar
que el transporte de los alimentos no es adecuado en cuanto
a temperatura, higiene y manejo de los alimentos. Algunos
de los entrevistados manifestaron importantes dicultades
para movilizarse en la ciudad debido a la complejidad del
sistema de transporte o por falta de medios económicos.
Los indígenas que no hablan castellano tienen dicultades
importantes para comunicarse. Los que se adaptan más fácil
son las personas mestizas provenientes de Inírida, pues
algunos de ellos ya han estado en otras ciudades e incluso
en Bogotá. Es importante anotar que Bogotá es la capital del
país, con una metrópoli con más de 9 millones de habitantes.
Condiciones locativas: aunque la forma de vida de las
comunidades ribereñas de los ríos del Guainía es totalmente
diferente a la Bogotá, las condiciones locativas son
percibidas como buenas e higiénicas, con facilidades para
el aseo y el lavado de la ropa. Un aspecto que consideraron
que podría mejorarse es el nivel de confort de las camas.
En la observación se pudo notar que hay restricciones
para pacientes con discapacidades, ya que hay muy pocas
habitaciones en los primeros pisos y el resto implica el uso
de escaleras.
Convivencia y aspectos emocionales: la mayoría de los
entrevistados dijeron sentirse bien tratados por las personas
del albergue, tanto el personal administrativo como el de
enfermería. Algunos manifestaron que desearían personas
que fueran más pacientes y amables. Al preguntarles si
habían expresado esta dicultad con las directivas, dijeron
que les daba miedo que tomaran represalias. Por su parte,
los administradores arman que la selección del personal
es cuidadosa y buscan personas que tengan disposición
para este tipo de trabajo. Se observó que no había un
“procedimiento para quejas y sugerencias”, como por
ejemplo un buzón. Existen horarios en los albergues para
la llegada en las noches, lo cual les incomoda a algunos de
los usuarios quienes perciben que las normas les restringen
sus actividades sociales y que en ocasiones no son iguales
para todos. Por su parte los administradores consideran
que estas restricciones son necesarias por motivos de
organización y seguridad. En el hogar no existe un personal
de trabajo social o de psicología que les oriente o les apoye
en sus dicultades emocionales, sin embargo, ninguno de
los entrevistados expresó esta necesidad.
Acceso a los servicios de salud: el acceso a la atención se
percibe con barreras como la mala programación de las
citas por errores durante el trámite o la remisión, poca
comunicación con las zonas rurales pues muchas veces los
radioteléfonos no funcionan adecuadamente lo cual afecta
la atención de urgencias. Expresan también capacitación
insuciente de los auxiliares y los gestores de los puestos de
salud lo que impide que atiendan pacientes en condiciones
críticas. Mencionan en forma reiterada que los tiempos de
espera son muy prolongados para la atención y remisión,
completándose en algunos casos semanas y hasta meses
antes de regresar a sus regiones. Arman que los procesos
se dilatan por las distancias y la dicultad de transporte