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REPERT MED CIR. 2021; 30(1):89-97
de Medicina y Cirugía
ISSN: 0121-7372 • ISSN electrónico: 2462-991X
Hugo A. Sotomayor Tribin MD
a
a
Profesor Titular. Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud. Bogotá DC, Colombia.
Se presentan 4 máscaras precolombinas, tres de las cuales son ecuatorianas y una colombiana. Las primeras son de
cerámica y se adscriben a la cultura Jama-Coaque y la tercera de concha Spondylus prínceps no tiene adscripción a ninguna
en particular del Ecuador prehispánico, por no existir un estudio sistemático en Ecuador sobre la relación de esas máscaras
con sus culturas costeras, la colombiana es de cobre. La primera de cerámica ecuatoriana por su tamaño, peso y elementos
agregados – un material blanco que simula los dientes, tres piedras verdes que parecen los ojos y una incrustación sublabial,
un bezote – hacen pensar en una máscara mortuoria de un personaje de poder y alto estatus social; la segunda de cerámica
por presentar dieciséis nódulos faciales remite al observador a la llamada verruga peruana o bartonelosis, la tercera
ecuatoriana fue elaborada posiblemente como un elemento votivo o de ofrenda para exhibir poder o invocar fuerza o
protección dado el carácter de gran valor simbólico de esa concha roja. La máscara de cobre del Cauca medio o Quimbaya,
en razón a su material, peso y color, con bastante probabilidad fue usada como adorno colocado sobre el pecho del personaje
poderoso o de elevado estatus. Se compara la máscara con bartonelosis con otras dos que el autor ya había documentado,
la de concha con otra del mismo tipo de material, la máscara de cobre con una pequeña de piedra jadeíta se referencia
con una calavera enmascarada que el autor tuvo la oportunidad de estudiar hace varios años. Se concluye sugiriendo los
usos tradicionalmente asignados a las máscaras: festivos, mortuorios y como adornos corporales para resaltar el poder de
R E S U M E N
INFORMACIÓN DEL ARTÍCULO
Historia del artículo:
Fecha recibido: septiembre 7 de 2020
Fecha aceptado: diciembre 3 de 2020
Autor para correspondencia.
Dr. Hugo Sotomayor Tribín
husotri@gmail.com
Simbolismos y enseñanzas Simbolismos y enseñanzas
médicas y sociales de unas médicas y sociales de unas
máscaras máscaras precolombinas precolombinas
Symbolisms and medical and social teachings Symbolisms and medical and social teachings
of some pre-columbian masksof some pre-columbian masks
Historia de la medicina
DOI
10.31260/RepertMedCir.01217372.1165
de Medicina y Cirugía
Vol.
30
N°1 . 2021
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quien las exhibe. Las máscaras con la erupción tipo nódulos debieron jugar un papel similar a las estatuillas en cerámica y
piedra que representan patologías con tanto realismo en el arte prehispánico, pudiendo ser una forma de enseñar, dentro
de un pensamiento médico empírico analógico, como lo son los moldes en cera, las fotografías, los dibujos y pinturas en la
medicina moderna basada en un pensamiento empírico analítico.
Palabras claves: máscaras prehispánicas, cerámica, concha, piedras, metal poder, rituales, transformación, paleopatología, bartonelosis,
enseñanza.
© 2021 Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud - FUCS.
Este es un artículo Open Access bajo la licencia CC BY-NC-ND (http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/).
ABSTRACT
Four pre-Columbian masks are presented, three of which are Ecuadorian and one Colombian. The Ecuadorian masks are
made of ceramics and ascribe to the Jama-Coaque culture and the third is made of Spondylus prínceps shell, and does not
have any ascription to any particular Ecuadorian pre-Hispanic coastal culture, for no systematic study was conducted in
Ecuador on the relationship of those masks and coastal cultures. The Colombian mask is made of copper. The rst ceramic
mask, for its size, weight and additional elements – a white material that simulates teeth, three green stones that simulate
eyes and a lower labial incrustation, “bezote”- makes one recall a death mask of an individual with signicant power and
high social status; the second ceramic mask, features sixteen facial nodules which refer the observer to the Peruvian wart
or bartonellosis, the third mask was possibly created as a volitional or oering element to exhibit power or evoke the force
or protection given the great symbolic value of that red shell. The middle Cauca Quimbaya copper mask was most probably
used as an ornament for the chest of a powerful or high class person given its material, weight and color.
The mask that resembles bartonellosis is compared with other two masks the author had already examined. The shell mask
was compared with another made of the same type of shell, the copper mask with a small jadeite stone mask, a masked skull
that the author had the opportunity to examine several years ago.
Finally, these interpretations suggest that in addition to the uses traditionally assigned to the masks: festive, funerary and
as body adornments to portray the power of the wearer, the masks with the multiple nodular lesions must have served a role
similar to that of the ceramic and stone miniature statues which depict pathologies, featuring great realism in pre-Hispanic
art, as a way of teaching through an analogical empirical medical thought, the same role played by wax molds, photographs
and drawings and paintings in modern medicine, also based on analytical empirical thought.
Keywords: pre-Columbian, Jama –Coaque culture, Spondylus prínceps
© 2021 Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud - FUCS.
This is an open access article under the CC BY-NC-ND license (http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/).
Después de publicar en 1994 el artículo “A propósito de
la bartonelosis en una máscara ecuatoriana precolombina”
en la revista Medicina de la Academia Nacional de Medicina
de Colombia
1
(gura 1), de escribir con la coautoría del
arqueólogo Gonzalo Correal Urrego, el artículo “Las calaveras
enmascaradas de las momias yuko-yukpa (motilones)” en
la Revista de La Academia de Ciencias Exactas, Físicas
y Naturales en 2003
2
(guras 2,3), de haber mostrado
en 2012 en mi libro “Aspectos históricos y geográcos de
algunas enfermedades importantes en Colombia” en el
capítulo “Bartonelosis” una máscara Nariño compatible con
la erupción típica de la forma verrugosa y nodular de esa
INTRODUCCIÓN
enfermedad
3
(gura 4), de estudiar un importante número
de máscaras precolombinas de diverso material, como lo
analizó en su trabajo “Máscara precolombina” el arqueólogo
Álvaro Chávez Mendoza en 1974
4
con diferentes expresiones
faciales y funciones, y de haber participado en el estudio de
la maravillosa colección de máscaras ecuatorianas de material
malacológico (gura 5), la mayoría de conchas Spondylus
prínceps, de propiedad de Alonso Restrepo de León y que
forman parte de su libro inédito titulado “ Los Rostros de
la Mar”
5
, recientemente tuve la suerte de adquirir las cuatro
interesantes máscaras motivo de esta breve comunicación
(guras 6,7,8 y 9).
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Figura 1. Máscara en cerámica de la cultura Jama–Coaque (400 a.C a 400 d.C) con lesiones nodulares
por verruga peruana (bartonelosis).Colección del autor. Fotografía tomada por Andrea Mejía Cruz.
Figuras 2 y 3. Vistas frontal y lateral izquierda de calavera enmascarada Yupko-Yupka (motilones).
Colección del ICANH. Fotografía tomada por el autor.
Figura 4. Máscara en cerámica perteneciente a la cultura Nariño,
del Carchi o de los Pastos, probablemente del horizonte Capulí.
(500.d.C -1.500 d.C), con un brote tipo nodular compatible con la
bartonelosis en su fase verrucosa. Colección del autor. Fotografía
tomada por Andrea Mejía Cruz.
Figura 5. Máscara esculpida en concha
Spondylus princeps
.
Fotografía cedida por cortesía de Alonso Restrepo de León, de su
libro inédito “Los Rostros de la Mar”.
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MATERIALES Y MÉTODOS
Se presentan cuatro máscaras, tres ecuatorianas y una
colombiana. Las ecuatorianas de culturas que orecieron en
la costa de ese país, son dos de cerámica y una de concha.
La colombiana es de cobre y fue elaborada en el interior
de la que se llama cultura Quimbaya. Las dos primeras
máscaras, por informes de la persona que me facilitó
las piezas fueron obtenidas en la región donde oreció
la cultura precolombina ecuatoriana Jama–Coaque. La
primera de ellas es de cerámica, de un tamaño de 21 cm
de largo, por 20 cm de ancho, que al cubrir perfectamente
el rostro de una persona, debió ser una máscara mortuoria
por su peso y tamaño, tiene un agujero en cada extremo
superior -posiblemente para sujetarla al rostro del difunto-,
un asa en medio de la frente -posiblemente para levantar la
máscara- y en reemplazo de los ojos sendas incrustaciones
de piedras verdes, casi semicirculares, y otra incrustación
de piedra de color verde, aunque más brillante, en región
sublabial un bezote. Estas incrustaciones, muy probable de
piedra jadeíta, contrastan vivamente con la simulación de
dientes realizada con siete piedras o material malacológico
que muestra en la mitad de las cinco centrales una canalura,
tratando de señalar los incisivos inferiores y superiores,
aunque anatómicamente son cuatro y cuatro, aquí se
muestran cinco y cinco, y tiene sendos colmillos superiores
bien proporcionados al tamaño de los incisivos. En el ángulo
de la comisura labial izquierda se aprecia un fragmento
del mismo material que simula los dientes. Todas estas
características señalan que su destinario era un personaje
de poder. La máscara muestra una línea de fractura que
atraviesa toda su longitud próxima al lado derecho de la
nariz y dos líneas de fracturas perpendiculares, la primera
en la región por debajo del arco superciliar derecho y la
segunda a la altura media de la zona mentoniana derecha.
Las tres fracturas están arregladas con material de adhesión
(gura 6).
La segunda máscara es de una cerámica color café, de 15
cm. de largo por 14 cm de ancho, que muestra en la frente
diez nódulos y en cada mejilla tres, para un total de dieciséis
lesiones compatibles con los nódulos hemangiomatosos de
la verruga peruana o bartonelosis (gura 7).
Figura 6. Máscara mortuoria Jama-Coaque (400 a.C – 400 d.C). Colección del autor. Fotografía tomada por Andrea Mejía Cruz..
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Figura 7. Máscara en cerámica de la cultura Jama-Coaque (400 a. C a 400 d.C) que muestra una erupción tipo nódulos
en frente y mejillas, compatible con bartonelosis en su fase de verruga. Colección del autor. Fotografía tomada por Andrea
Mejía Cruz.
Figura 8. Máscara ecuatoriana esculpida en concha
Spondylus prínceps
de 15 cm de altura, 9 de anchura y 5 cm de
profundidad, Colección del autor. Fotografía tomada por Andrea Mejía Cruz.
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Figura 9. Máscara en cobre de la cultura Quimbaya (la fase tardía de 650 d.C a 1600 d.C) que muestra ocho volutas,
cuatro en la cabeza y dos a la altura de las orejas, un adorno redondo que pende de la glabela y otro redondo del mismo
tamaño que el anterior que hace de nariguera. El personaje tiene la boca abierta, presenta los oricios oculares libres
y unos pómulos prominentes. Colección del autor. Fotografía tomada por Andrea Mejía Cruz.
La tercera máscara, también ecuatoriana está esculpida en
la concha roja del
Spondylus prínceps
, fue elaborada por
algunos de los pueblos o culturas prehispánicas del Ecuador.
Su altura es de15 cm, su ancho es de 9 cm y su profundidad
es de 5 cm. Tiene dos colores el rojo y el blanco.
Con alta probabilidad fue una máscara propiciatoria o
un exvoto, por ser elaborada en esa concha tan cargada de
simbolismos (gura 8).
La cuarta máscara es de cobre, verde con amarillo, de
la región del Cauca medio o territorio Quimbaya, parece
ser del periodo tardío (650 d.C- a 600 d.C) mide 11 cm de
ancho, 9 cm de alto y 5 cm de profundidad, muestra ocho
volutas, cuatro en la cabeza y dos a la altura de las orejas,
un adorno redondo que pende de la glabela y otro redondo
del mismo tamaño que el anterior que hace de nariguera.
El personaje tiene la boca abierta, presenta los oricios
oculares libres y unos pómulos prominentes. Posiblemente
fue llevada pendiendo del cuello si se acepta que los dos
pequeños oricios que están entre las volutas 1 y 2; 3 y 4
fueron usados para pasar un cordón (gura 9)
DISCUSIÓN
La denominada cultura Jama-Coaque ocupó en la costa
pacíca de Ecuador el norte de la provincia de Mana
y el sur de la provincia de Esmeraldas, entre la bahía de
Caráquez al sur y el cabo de San Francisco, al norte,
durante un largo periodo desde el 350 a.C al 1533 d.C. Esta
ocupación tiene dos periodos, el Jama-Coaque (400 a.C al
400 d.C) que corresponde al periodo de Desarrollo Regional
de la arqueología ecuatoriana, y Jama-Coaque II desde el
400 d.C hasta el temprano periodo colonial que corresponde
a la Integración según la arqueología del Ecuador.
6
Se sabe que las máscaras, así como las guras con trajes
emplumados, las hibridaciones antropozoomorfas, los
animales con lengua bída y las gurillas articuladas
pertenecieron a la sociedad Jama-Coaque I y que esta tuvo
contactos comerciales con las sociedades mesoamericanas.
7
Aunque se sabe que las culturas de la costa Pacíca del
Ecuador desde la de Valdivia, las del complejo formativo
Chorrera-Machalilla y las de los desarrollos regionales
como Guangala, Jama-Coaque, La Tolita, Bahía, Manta
y Huancavilca, tuvieron una especial relación con la
concha Spondylus prínceps por su estrecha asociación con
las temperaturas de la corriente de Humboldt y su valor
predictivo de los regímenes de invierno o verano y de
los fenómenos de El Niño y La Niña, poco se sabe de la
tipología artística de esas culturas al trabajar esa concha,
a excepción de la sencillez de las producidas por la de
Valdivia. La razón anterior impide asociar la máscara de
concha aquí presentada con cualquiera de las culturas
señaladas
7
. Aquí vale la pena contar algo de lo que Alonso
Restrepo de León (q.e.p.d), el amigo y gran coleccionista y
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Figura 10. Máscara Nariño de jade. Colección del autor. Fotografía tomada por Andrea Mejía Cruz.
Figura 11. Escultura de San Agustín que muestra a un personaje adulto que toma por las piernas a un niño pequeña
en un ritual de un sacricio infantil. Fotografía tomada por el autor.
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estudioso de la malacología y yo tuvimos oportunidad de
saber sobre esta concha de tan importante valor. En vista
de que no encontrábamos suciente información sobre las
máscaras elaboradas en esa concha, Alonso, poseedor de
más de trescientas de esas máscaras, logró que la arqueóloga
ecuatoriana y encargada de una sección de las ocinas de
patrimonio del Ecuador, Estelina Quinatoa viajara a Bogotá
a conocer la colección. Estelina al ver la colección quedó
perpleja y nos contó que en su país en los museos no había
más de veinte de esas máscaras y que no existía un estudio
sistemático sobre ellas
7
.
De la máscara colombiana, del Cauca medio, en donde se
asentó lo que se ha llamado estilo Quimbaya, se sabe que en
ese estilo hubo una predilección en el periodo tardío, 650
a 1600 d.C , por los adornos corporales en cobre, así como
hubo una predilección por guras humanas, tomorfas y
de recipientes en oro en el periodo temprano, 550 a.C a
650 d.C.
8
Con seguridad fue considerada de gran valor y
por esto mismo enterrada como parte de un ajuar funerario.
Las diferentes sociedades han considerado el cadáver ya
sea como el último portador del alma que emigra, una
fuente de impureza o como una oportunidad de resaltar
el poder del difunto o de seguir castigándolo y solo en la
cultura occidental para enseñar anatomía en la escuela de
Alejandría, en el periodo helenístico, y luego en Europa.
Todas las sociedades han tenido ritos fúnebres como por
ejemplo los vinculados con las posiciones del cadáver en el
entierro, cremación, inhumación y entierros secundarios.
Los mausoleos, las pirámides, los procesos de momicación,
los días de duelo, los convites a comer durante la celebración
del duelo eran trabajos asociados para resaltar el poder del
difunto, como lo fueron los acompañantes de los muertos
como una de las esposas, algunos sirvientes, animales
domésticos como el gato en el Antiguo Egipto, el caballo
entre los habitantes de las grandes estepas asiáticas, y los
perros en México y Perú precolombinos, y el entierro junto
al cadáver de elementos como armas, joyas y máscaras.
Las máscaras grandes y pesadas, en especial las de
piedras, fueron usadas para resaltar el poder del difunto
y las de menor peso usadas en vida como adorno por los
personajes de alto estatus y poder en las sociedades y luego
cuando se consideraban de gran valor enterrarlas junto al
cadáver. Las piedras verdes como el jade y la jadeíta, tan
usadas por los indígenas de mesoamérica, han sido asociadas
con la fertilidad y el renacer. La pequeña máscara de jade
perteneció a la cultura Nariño, en donde por tener un
agujero en la frente es evidente que se usó como un adorno
colgante de gran valor sobre el pecho para resaltar el estatus
de quien lo lucía (gura 10).
El cobre fue un material empleado en diferentes
momentos y sociedades en América. En Colombia se utilizó
en aleaciones con oro- tumbaga- o solo, en la cultura Zenú se
hicieron cascabeles y en la cultura Nariño, discos y autas
de pan o rondadores.
A las partes del cuerpo las diferentes sociedades les han
dado un signicado similar o diferente. Por ejemplo la
cabellera abundante se ha asociado con unas extensas raíces
capaces de permitir el crecimiento de la plantas, de allí la
asociación de la cabellera con la fertilidad y la sexualidad
y por eso el afán de cubrir la cabellera de la monjas y de
las mujeres islámicas; las gibas o jorobas se han asociado
con la acumulación, el intestino grueso con la retención y
la avaricia, el bazo con la melancolía, el hígado con la ira,
la espalda con la rectitud y la dentadura bien alineada con
el orden y la templanza, los colmillos con la fuerza y la
agresión, como es el caso de las bocas y dentaduras de la
estatuaria de San Agustín (gura 11).
CONCLUSIONES
Se presentan cuatro máscaras nuevas, dos de cerámica,
muy probable Jama-Coaque, la primera posiblemente
mortuoria puede cubrir el rostro de un adulto, que por sus
incrustaciones de piedras verdes en el lugar de los ojos y en
la región sublabial y la simulación de unos dientes alineados
y con colmillos de tamaño normal representa a un sujeto
con poder espiritual y de mando y la segunda, que podría
ocultar el rostro de un adulto más pequeño afectado por
la fase verrucosa de la bartonelosis. Una tercera de concha
también ecuatoriana, talvez sea de carácter votivo y una
cuarta colombiana de cobre del Cauca medio Quimbaya,
usada como adorno corporal.
De las tres máscaras una proviene de las montañas del sur
de Colombia y muestra la bartonelosis en su fase verrucosa o
nodular, producida por Bartonella bacilliformis transmitida
por la picadura de la hembra del mosquito phlebotomo
(Lutzomyia spp), demuestran cómo esta enfermedad se
presenta en diferentes altitudes o pisos térmicos propios de
los valles interandinos como los descritos en Oroya, Perú y
Guáitara, Colombia, así como en la costa pacíca, sitio donde
se ubican las localidades ecuatorianas Jama y Coaque. Esta
enfermedad está restringida a Colombia, Ecuador y Perú.
Pedro Cieza de León describió en la costa ecuatoriana “se
crían en los hombres unas verrugas bermejas del grandor de
nueces, y les nascen en la frente y en las narices y en otras
partes; que, además de ser mal grave, es mayor la fealdad
que hacen en los rostros, y créese que de comer algún
pescado procede este mal”.
9
Otra descripción de esta enfermedad la hizo el Inca
Garcilaso en su Historia General del Perú, tomo 1, cap.
XV. En 1531 las fuerzas expedicionarias de los españoles
hicieron un alto en la bahía de Coaqui (Coaque-Ecuador):
”… se les recreció a los de Pizarro una enfermedad extraña y
abominable, y fue que les nacían por la cabeza, por el rostro
y por todo el cuerpo unas como verrugas que lo parecían
al principio cuando se les mostraban; más después, yendo
creciendo, se ponían como brevas prietas y del tamaño
dependían de un pezón, destilando de si mucha sangre,
causando grandísimo dolor y horror, no se dejaban tocar,
ponían feísimos a los que daban, porque unas verrugas
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colgaban de la nariz, de las barbas y orejas, no sabían qué
les hacer; murieron muchos, otros muchos sanaron; no fue
la enfermedad general por todos los españoles, aunque
corrió por todo el Perú, que muchos años después vi en
el Cuzco tres o cuatro españoles con la misma enfermedad
y sanaron..
10
El cronista Miguel de Estete armó que “el
pueblo de Coaque es la costa más enferma que hay debajo
de cielo”.
11
La bartonelosis conforma con la tungiasis, la enfermedad de
Chagas, las rickettsiosis por Rickettsia rikettssi transmitidas
por garrapatas (ebre de las Montañas Rocosas, ebre de
Tobia, ebre de Sao Paulo) y el carate o pinta o mal del
pinto o jovero o purupuru, las cinco enfermedades propias
o autóctonas de América prehispánica. En América además
de la treponematosis autóctona del carate, existieron las
otras tres treponematosis: la sílis venérea, el pian o yaws
o frambesía y se conoció la tuberculosis hominis, no así la
bovis. La paleopatología tiene tres fuentes principales para
su estudio: los restos humanos (huesos, momias, coprolitos,
etc), el arte y la historia. La presentación aquí mostrada tiene
dos de las tres fuentes, el arte y la historia. La paleopatología
es uno de los cimientos de la paleoepidemiología, como a
su vez ésta conforma un capítulo más de la epidemiologia
general con la epidemiología histórica, la etnoepidemiología
y la epidemiología intercultural.
El realismo en las representaciones artísticas de la
bartonelosis aquí mostrada, al igual que el que se utilizó en
otras patologías, a decir de la medicina moderna, buscaba
mostrarle a los miembros de la comunidades indígenas con
seguridad las diferencias en la anatomía de ellas, dentro una
medicina empírico analógica a manera como la medicina
occidental lo hace con las colecciones de teratología, los
moldes en cera de las enfermedades y la fotografía, dentro
de una medicina puramente empírica y analítica.
12-24
En toda América se hicieron ofrendas votivas y el adorno
personal fue utilizado para establecer jerarquías de poder
y estatus.
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una Máscara Ecuatoriana Precolombina. Revista Medicina.
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