de Medicina y Cirugía
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REPERT MED CIR. 2024;33(2):124-135
Temática 1. Conocimiento del enfermero sobre factores
de riesgo para desarrollar UPP
En la literatura, 35 unidades describieron los factores
de riesgo clasicándolos en intrínsecos, relacionados con
características propias de la condición del paciente, y
extrínsecos, de acuerdo con factores ambientales y externos
que promueven el desarrollo de la lesión.
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En los primeros el
sexo masculino es prevalente y 70% de las UPP se presentaron
en edad avanzada, mayores de 70 años, dado que existe más
fragilidad de la piel y menos elasticidad y resistencia a las
fuerzas de tracción y cizallamiento. Asimismo, los pacientes
con enfermedades crónicas degenerativas, como diabetes
mellitus, hipertensión, hipotensión (PAD disminuida y
una PAS < 90 mm Hg) dado que produce una acumulación
de sangre en los principales órganos, lo que genera una
disminución en el volumen de sangre microvascular y
en la elasticidad de los vasos sanguíneos, resultando
una perfusión insuciente de la piel con reducción de la
presión de perfusión cutánea. La inadecuada humedad por
incontinencia urinaria y fecal, así como las enfermedades
vasculares (ACV, ICC, insuciencia venosa, alteraciones
de la coagulación y del drenaje linfático, y la reperfusión
retardada del tejido isquémico) disminuyen la tolerancia
tisular y el umbral para desarrollar UPP.
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Otros factores son las enfermedades pulmonares y
respiratorias que generan pobre intercambio de oxígeno y
cuyo riesgo aumenta cuando hay antecedente de tabaquismo,
los cambios en el nivel de conciencia y el deterioro
neurológico como demencia, delirio, alteración en el estado
mental y sensorial (percepción). También se involucran
alteraciones músculo esqueléticas como en lesiones de
la médula espinal, enfermedad de Parkinson, artritis
reumatoide, neuropatía motora y sensitiva, contracturas
de miembros inferiores y excesiva motricidad involuntaria;
se mencionan además otras afectaciones como las renales
en etapa terminal, la desnutrición, la deshidratación y la
obesidad porque el tejido adiposo está poco vascularizado y
es más probable que se desarrollen cambios isquémicos por
alteraciones en la perfusión tisular en los tejidos blandos, con
mayor exposición de prominencias óseas por disminución
del tono muscular relacionado con el IMC.
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Asimismo,
los pacientes con condiciones críticas y altas estancias
hospitalarias por cirugía mayor, trauma, discapacidad
física, falla multiorgánica, choque, sepsis e infecciones
generan mayor susceptibilidad a complicaciones por las
restricciones de movimiento durante un tiempo prolongado,
así como la inestabilidad hemodinámica y la presencia de
edema generalizado. El uso de medicación vasoconstrictora
(adrenalina), sedantes, anestésicos, inmunosupresores,
antibióticos y soporte ventilatorio, pueden alterar la
percepción sensorial y favorecer el desarrollo de lesiones
en la piel. Así los factores anteriores se maniestan por
alteraciones en la hemoglobina, glóbulos rojos, electrolitos,
albúmina, gases arteriales y en el índice tobillo- brazo.
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Según la literatura se ha demostrado que los pacientes en
cama presentan al menos una úlcera por presión relacionada
con factores extrínsecos como la presión de alta duración e
intensidad, por el contacto prolongado de las prominencias
óseas con supercies como colchones, sillas y camillas.
Por otro lado, la estancia hospitalaria prolongada y el
microclima (temperatura, humedad y exposición al frío)
da como resultado la resequedad de la piel. Asimismo, el
uso de dispositivos médicos invasivos o no, como tubos
endotraqueales, mascarillas faciales, múltiples catéteres
urinario e intravenosos, sondas y dispositivos de derivación
fecal, así como el ajuste inadecuado de férulas, yesos y
prótesis. La identicación de los factores de riesgo es
indispensable a la hora de comprender y planicar la
atención del paciente con el n de prevenir las UPP.
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Temática 2. Zonas de mayor importancia durante el
cuidado para la prevención de UPP
Según la literatura las áreas de presión más afectadas
dependen de la posición del paciente, el 45,7% se presentan
en la región sacrococcígea, 11, 4% en la zona del calcáneo,
seguida de los codos, la región escapular y la espalda en
7,9% cuando el cuerpo ejerce presión en posición supina.
En los pacientes pronados las zonas más afectadas son
clavículas, mamas, tórax, cadera, cresta ilíaca, sínsis del
pubis, pene, rodillas y los dedos del pie. En la posición
lateral el trocánter mayor se ve más afectado seguido del
antebrazo y maléolo. El área isquiática se ve comprometida
al mantener una postura semifowler constante. De igual
manera se evidenciaron alteraciones cutáneas en las zonas
del mentón, auricular, mandíbula, sobre la laringe y en
el occipucio, debido al uso prolongado de dispositivos
médicos.
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Temática 3. Cuidados para la valoración del riesgo y
clasicación
Las lesiones por presión se clasican en estadios de
acuerdo con características como profundidad, extensión y
aspecto tisular. Los estadios I y II son los mas prevalentes,
el grado IV es el más grave ya que hay destrucción de varias
capas de tejido alcanzando músculo y hueso, causando
necrosis. En el estadio I la piel se encuentra íntegra hay
enrojecimiento y no se observa color blanquecino, en el
II se evidencia pérdida parcial de la epidermis, la dermis
o ambas, con aspecto enrojecido y secretando un exudado
seroso, el estadio III se caracteriza por un daño total en
las capas superciales evidenciando el tejido adiposo, sin
embargo no se ven músculos, tendones ni huesos. El estadio
IV se caracteriza por la pérdida total del tejido exponiendo
estructuras óseas, tendones y músculos, causando
desprendimientos y necrosis en la herida para lo que se
requiere un desbridamiento.
La literatura registra la escala de Braden, desarrollada
en 1987, como la más utilizada a nivel mundial por su
efectividad de 77,1% en la predicción de lesiones por
presión en los diferentes niveles asistenciales, con una