
de Medicina y Cirugía
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REPERT MED CIR. 2025;34(2):134-138
DISCUSIÓN
Cerca de 13% de los niños son abusados sexualmente
en América del Sur, región que se caracteriza por
múltiples identidades culturales y con condiciones de vida
heterogéneas.
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El abuso sexual infantil se considera una de
las formas más graves de maltrato, constituyéndose en un
problema frecuente cuyo impacto físico y emocional puede
ocasionar secuelas graves a corto, mediano o largo plazo.
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El tamaño de la muestra del presente estudio descriptivo,
revela las características sociodemográcas de los pacientes
pediátricos que consultaron por abuso sexual a un hospital
universitario en Colombia. La población pediátrica puede ser
víctima a cualquier edad, pero la de mayor vulnerabilidad
oscila entre 10 y 14 años
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, lo cual concuerda con nuestros
resultados, cuya edad promedio fue de 10,9 años (± 4,1
años). Los adolescentes son los más afectados como lo
describieron J. Mendoza y V. Hernández en Cuba, quienes
reportaron entre 11 y 19 años.
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De los resultados generales se puede apreciar que el género
femenino es el más afectado, representando 88% del total de
la población estudiada, lo que coincide con C. Veirano y col.
quienes en su estudio en Uruguay analizaron 156 casos de
abuso sexual, encontrando que 78% correspondía al sexo
femenino
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, porcentaje similar al de nuestro estudio.
La pobreza genera situaciones de vulnerabilidad que
favorecen las condiciones del abuso
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, como lo demostraron
un grupo de investigadores colombianos quienes realizaron
un estudio sobre las características familiares de la víctima,
en el que revelan que 81,8% de los pacientes pertenecían
a estrato socioeconómico bajo. Resultados similares se
aprecian en un estudio realizado en Turquía, donde la
mayoría de víctimas provenían de familias con ingresos
económicos bajos.
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Autores como J. Sanjeevi y col. también
identicaron la pobreza como un factor de riesgo.
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En relación con el contexto familiar, se halló que la
mayoría de las víctimas pertenecían a familias de tipología
monoparental, 55,6% tenían padres separados y en
28% se identicaron conductas de riesgo como violencia
= 43) resultaron en embarazo adolescente, el cual fue el
motivo de noticación del caso.
En relación con el manejo médico instaurado en el
momento del ingreso del caso a nuestro hospital, varió
dependiendo del tiempo transcurrido entre la ocurrencia
del evento y la consulta, así como el tipo de violencia sexual
identicado. Así, 10% (n = 25) recibieron prolaxis para
el virus de la inmunodeciencia humana (VIH) y 8% (n =
20), para hepatitis B. A 7,2% (n = 18) se les suministraron
anticonceptivos de emergencia y a 2,4% (n = 6) orientación
en interrupción voluntaria del embarazo. En 93,6% (n =
234) de los casos se realizó valoración por salud mental y
a 34,4% (n = 86) se le tomaron exámenes paraclínicos para
detectar enfermedades de transmisión sexual.
intrafamiliar, lo que los hace más propensos a ser abusados,
siendo así la ausencia de uno o ambos padres un factor de
riesgo signicativo. Lo anterior lo conrmó el informe del
meta-análisis publicado en JAMA, 2020.
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La literatura reporta que las personas con discapacidades
tienen un riesgo alto de abuso sexual debido a sus
limitaciones físicas y/o cognitivas.
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Así mismo, V.Palusci
y col. describen que la discapacidad se asocia con una
mayor recurrencia de abuso sexual infantil
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, sin embargo,
del total de la población pediátrica estudiada solo 2,8%
presentaron algún tipo de discapacidad; el consumo de
alcohol y sustancias psicoactivas estuvo presente solo en
5.6% de la población de nuestro estudio, lo cual contrasta
con lo descrito por E. Davies y A. Jones, quienes en el Reino
Unido mencionan al alcohol y las sustancias psicoactivas
como factores de riesgo más frecuentes.
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El abuso sexual se clasica en dos tipos: con contacto y
sin contacto. El primero implica exponer al menor ante actos
sexuales que no puede comprender. El abuso de contacto,
a su vez, se puede dividir en actos que no impliquen
penetración como caricias que conlleven penetración en
vagina, boca o ano.
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La población infantil puede ser abusada tanto por mujeres
como por hombres
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, sin embargo, en nuestra investigación
99,6% de los abusadores eran de género masculino y solo en
un caso no se pudo determinar el género del abusador. En la
gran mayoría resultó ser familiar o conocido por la víctima,
identicando al padre como el principal agresor en 48%
de los casos.
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Estos hallazgos son similares a lo reportado
por M. Smith y col. quienes encontraron que el padre es el
principal agresor (50%).
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El 24% de los menores convivían con el abusador y
la mayoría sucedieron en el hogar de la víctima. Estos
resultados son concordantes con el estudio publicado en
la Revista Chilena de Ginecología y Obstetricia, analizaron
573 casos de abuso sexual infantil en Chile encontrando que
43,4% se dio en el hogar de la víctima.
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En Colombia una de cada cinco mujeres entre 15 y 19
años ha estado embarazada, 64% no fueron planeados.
Un estudio nacional sobre abuso sexual y situaciones de
negligencia como factores de riesgo para embarazos en
adolescentes, encontró que el abuso sexual aumenta de
manera signicativa su probabilidad.
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El artículo 209 del Código Penal Colombiano, establece
que la edad de consentimiento sexual se da a los 14 años.
En nuestro estudio 19,6% de los sucesos se dieron con
consentimiento, pero la edad de la víctima fue menor de los
14 años estipulados por la ley. En estos casos las víctimas
pudieron haber creído que no habían sido abusados, sino,
que participaron voluntariamente en la actividad sexual.
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Lo alarmante es que de los 49 casos resultaron en embarazo
adolescente, en los que el abuso con menor de 14 años
fue consensuado. La mayoría de los padres también eran
menores de edad, lo cual, se relaciona de manera directa con
la deserción y/o discriminación en los contextos educativos
y sociales.
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