REPERT MED CIR. 2023;32(1):86-91
90
de Medicina y Cirugía
Como se anotó antes, el síndrome de varicela congénita es
una patología compleja de baja incidencia en la población
general y con alta morbimortalidad.
10
El riesgo de infección
fetal es bajo siendo de 2% hasta la semana 18 de gestación
y cercana al 0% después de esta semana.
11
La presencia
de lesiones características y la infección materna durante
el embarazo son pistas clave para el diagnóstico, sin
poder descartar otras infecciones del grupo STORCH. Se
conrma mediante serología para antígenos del virus tras
el nacimiento.
12
El diagnóstico prenatal puede realizarse de
igual forma, mediante reacción en cadena de la polimerasa
(PCR) en líquido amniótico, método más seguro que el
utilizado antes consistente en cordocentesis y análisis
serológico de la sangre fetal.
1
Al tratarse de una enfermedad infectocontagiosa con
vacuna disponible, la prevención es clave para evitar
posibles casos de neonatos con este síndrome. Es importante
el tamizaje prenatal mediante la historia clínica y la práctica
de serología en los primeros controles prenatales, así como
la vacunación de las mujeres seronegativas en el posparto.
Estas pacientes deben evitar el contacto con posibles
fuentes de contagio durante todo el embarazo, en caso de
exposición debe administrarse inmunoglobulina para el
VVZ en las 96 horas después de la exposición.
12
La vacuna
es gran herramienta para la prevención de desenlaces
negativos para el feto. El riesgo de una embarazada de
desarrollar neumonía por varicela oscila entre 10% y 20%,
superior al de la población femenina general.
13
Antes del desarrollo de la vacuna en 1995, menos de 5%
de las pacientes eran mayores de 20 años. Ha sucedido un
cambio en el grupo etario más afectado por la infección,
aumentado la incidencia en adultos y adolescentes. En
mujeres no vacunadas en la infancia se recomienda un
esquema de vacunación estándar de dos dosis separadas
por 4 a 8 semanas
14
, ya que la vacuna corresponde a una
cepa no virulenta atenuada y puede aumentar el riesgo
de infección y complicaciones durante el embarazo. Sin
embargo, una investigación prospectiva a 10 años que
DISCUSIÓN
tópico en las lesiones. En revaloración por infectologia se
decide completar manejo con aciclovir hasta 48 despues de
la aparición de la ultima lesion. El paciente persistió en mal
estado general, con incapacidad para deglutir y para el inicio
de vía oral. Presentó deterioro progresivo de los reactantes
de la fase aguda, por lo cual se reajustó antibioticoterapia y
se inició manejo con uconazol ante la presencia de factores
de riesgo.
La evolución posterior fue insatisfactoria por taquicardia
ocasional, episodios de apnea y aumento en parámetros
de ventilación mecánica no invasiva. Finalmente presentó
apnea prologada y bradicardia sin respuesta a las maniobras
de reanimación y se declaró el fallecimiento del paciente.
estudió embarazadas vacunadas en forma inadvertida
durante el embarazo, no detectó ningún neonato afectado
por síndrome de varicela congénita ni otras malformaciones,
pero por su potencial asociación con complicaciones,
no está indicada la vacunación contra el VVZ durante el
embarazo.
15
A pesar de que no existen estudios controlados
respecto a los benecios del uso de la inmunoglobulina para
la prevención secundaria de infección fetal, se recomienda
como medida estándar en las guías de manejo.
6
En latinoamérica los esquemas de vacunación más laxos
(en 2011) sólo dos países incluían la varicela en el plan de
inmunización obligatorio) y la dicultad para cubrir toda
la población, la incidencia en niños y la mayor presencia
del virus salvaje entre la población general es común. Un
metaanálisis realizado en 2012 por Bardach y col. reportó
una incidencia de 42.9 casos por 1000 individuos por año
(IC95% 26.9–58.9), siendo los niños menores de 5 años los
más afectados por la enfermedad.
16
El manejo del síndrome de varicela congénita en general
es de soporte como en el caso presentado en este artículo,
los neonatos que llegan a la vida adulta a pesar de las
complicaciones pueden presentar secuelas importantes,
en especial a nivel neurológico, además de deformidades
óseas. Una de estas posibles complicaciones, aunque
rara, es la hipoplasia aislada de un miembro. Como el
síndrome de varicela congénita es una enfermedad de
muy baja prevalencia en la población pediátrica (sólo
143 casos reportados entre 1947 y 2013) el manejo de las
complicaciones en el adulto es incierto.
17
Ante fracturas
femorales o de otros huesos de los miembros inferiores se
recomienda el manejo con amputación según el nivel de la
fractura, aunque esta recomendación se basó en reportes
de caso.
17,18
Durante la primera infancia las secuelas en los
supervivientes de este síndrome son variadas y por lo general
derivan del daño neurológico u óseo que condiciona la
infección in utero.
19
Algunos desarrollan lesiones de herpes
zóster en su primer año de vida, como única manifestación
de la infección congénita por varicela, sin desarrollar
síntomas o malformaciones adicionales. Casi siempre
responden al tratamiento con aciclovir.
20
Se han descrito
otras complicaciones como vasculopatías a nivel cerebral
que causan hemiplejía y accidentes cerebrovasculares
en la población pediátrica. También pueden presentar
infecciones respiratorias a repetición, que responden de
manera adecuada al tratamiento con aciclovir.
21
En conclusión, el síndrome de varicela congénita es una
infección sistémica asociada con importantes mortalidad y
morbilidad neonatales. La infección de madres seronegativas
durante el primer trimestre del embarazo es el principal
factor de riesgo para su desarrollo, aunque sólo alrededor de
2% presentarán el síndrome como resultado de la infección.1
A la fecha las únicas medidas preventivas que existen son
la vacunación al menos un mes antes de la concepción o el
manejo con inmunoglobulina posexposición, sin evidencia
de que su uso generalizado brinde verdaderos benecios